Desde que Niepse abrió su ventana para tomar la primera fotografía de la historia en 1826, no ha dejado de rodar la fotografía en todo el quehacer político y cultural de la humanidad.
En esa época era imposible tomar una fotografía a un ser vivo ya que el tiempo de exposición era demasiado largo. Niepce estuvo 8 horas esperando plasmar ese paisaje. Podríamos decir entonces que la primera fotografía fue de paisajismo.
Quien se desarrollo en este arte fue Fox Talbot en 1841 cuando se apresuro a tomar 20 paisajes diarios.
Así fue desarrollándose desde diferentes perspectivas, desde lo objetivo y lo subjetivo. Hoy en día se manejan muchas técnicas para plasmar una imagen de paisaje, empezando por la perspectiva y el conocimiento de los ángulos de la luz del sol.
Ansel Adam (1902-1984) fue uno de los pioneros en este género. Fue el creador de la medición por zonas. Sin embargo su trabajo fue criticado por Henri Cantier Bresson, padre del fotoperiodismo, ya que opinaba que sus fotos no expresaban nada. Bresson no veía que la Naturaleza siempre se manifiesta.
El aporte de William Eggleston (1939) fue introducir el color como arte en la fotografía.
En chile contamos con destacados fotógrafos en este campo, podemos hablar de Nicolás Piwonka que una de sus fotografías integra el nuevo billete de luca. También es biólogo de profesión...muy conocido en el medio
Otro destacado es Luis Weinstein. Cuenta con una vasta experiencia desde trabajar como fotógrafo profesional para revistas, empresas, profesor de fotografía, director de fotografía para documentales, diaporamas, largometrajes, campañas televisivas, etc.
La ausencia de personas nos lleva a la naturalidad virgen del paisaje.
En mi opinión, la fotografía de paisaje es un testimonio de lugares que aún no han sido invadidos por el hombre. Es como un documento arqueológico para las nuevas generaciones.
El sobrecalentamiento del planeta, nos puede llevar a pensar que cada imagen plasmada, nos sirve para medir como se deteriora nuestro planeta.
Así la fotografía de paisaje se convierte en el más vivo testimonio de nuestro andar.
Hernán Cruz Moya
